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Todo empieza por una necesidad: arrancar rápido.

Esta semana, Merca2 recogía un modus operandis cada vez más común en el reparto de comida a domicilio: muchas flotas están activando operaciones con mensajeros, es decir, repartidores que ya cuentan con su propio vehículo.

Tiene sentido: reduces barreras de entrada, te apoyas en perfiles con experiencia y arrancas sin grandes inversiones. Todo fluye… hasta que empiezas a escalar.

Lo que funciona con unos pocos repartidores se descontrola con decenas: no sabes qué vehículo usan realmente, si es el suyo o el de un amigo, o si dicen que van en bici pero reparten en moto.

Y es justo ahí, cuando el volumen crece y el modelo se valida, donde aparece el verdadero reto: recuperar el control, mejorar la eficiencia y construir un modelo que escale de forma sostenible.

De la urgencia a la estrategia: el modelo que toma forma entre las flotas

Lo que ocurre en muchas de estas flotas es una transición progresiva hacia una estructura más controlada y eficiente.

Con el tiempo, ese modelo inicial da paso al modelo conductor con flota propia y procesos más estables y controlados. No es casual. Es la respuesta a desafíos muy concretos:

  • Controlar mejor los recursos.

  • Asegurar la operatividad. 

  • Y sobre todo, optimizar costes y eficiencias en un contexto cada vez más competitivo.

Pero para marcar la diferencia, no se trata de crecer a base de inversión, sino de apostar por tecnología.

Cuando los datos revelan lo invisible

Tecnología no significa grandes innovaciones futuristas. A veces, es resolver lo obvio de forma eficaz.

El coste invisible de una flota: las llaves

En flotas con una media de 300 vehículos, la simple pérdida de llaves genera hasta 3.000 € al mes en cambios de bombines.

Es un gasto silencioso, repetitivo e inevitable ¿o no? 

Con Flotas Keyless, sin llave, estos costes desaparecen. 

Un claro ejemplo de como un cambio simple abre la puerta a otra forma de operar donde:

  • No hay pérdidas.

  • No hay duplicados ni esperas.

  • Y se puede compartir vehículos sin fricciones, aumentando la disponibilidad con menor inversión.

De hubs fijos a flotas distribuidas

Tener una flota propia suele implicar una infraestructura de soporte: espacios donde estacionar, custodiar y gestionar los vehículos.

Pero ¿y si esa necesidad ya no fuera estrictamente necesaria?

Ya existe un modelo operativo que reducen hasta un 50% los costes asociados a la gestión de flotas, eliminando los costes estructurales.

La clave está en combinar:

  • Tecnología de acceso.

  • Vehículos eléctricos.

  • Y un modelo de flota compartida y distribuida por la ciudad. 

Más allá de los números: el impacto ambiental

No se trata solo de ahorrar o ser más eficiente. También está en juego el papel que este sector puede jugar frente a la crisis climática.

Una única moto eléctrica trabajando a diario puede evitar más de 3,2 de toneladas de CO₂ al año. Multiplicado por decenas o cientos de vehículos, la escala del impacto se vuelve difícil de ignorar.

Una nueva etapa para el delivery

Lo que estamos viendo no es un cambio puntual.

Es una reconfiguración del modelo operativo: menos dependencia de la urgencia, más apuesta por estructuras sostenibles, controladas y digitalizadas.

El food delivery, ese ecosistema fragmentado y exigente, está dejando atrás la improvisación.

Y lo está haciendo, no con promesas, sino con decisiones concretas.
En la tecnología, encuentra no solo una aliada, sino una condición para avanzar.

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